domingo, 6 de marzo de 2011

La primer lluvia del año.

Mirando hacia arriba, silenciosos, pacientes y dispuestos a todo, ellas saben que aguardamos su estelar aparición, la mencionaban los vientos con mayúsculas en carteleras y la descubrimos nosotros al tachar los calendarios.
   Tú, curioso siempre, tan intensamente, y las nubes que desaparecen o amenazan con regalarme la primer lluvia del año, la he esperado mucho y he de suponer que tú también. Aquí, justo si te paras de este lado, vas a sentir la humedad del aire, la tormenta que se avecina, la tregua existente entre mis letras y el ambiente, no está de más recordarte que esa parte de la nube es la que causa la primera gota en tu nariz, la gota que cae en tu espalda y te causa escalofrío, la gota que moja tu zapato y rebota mortalmente con el asfalto y la gota que choca con mis lentes y causa la distorsión de tu imagen para mí.
   Amo las lluvias y el crujir del cielo, y el sonido de nosotros corriendo por las calles salpicando los charcos en paredes y la gente, el cabello chorreante y la ropa pegada al cuerpo a causa de tanta humedad... Si pudiera quedarme con estos momentos lo haría, si pudiera esa lluvia lavar lo que no quiero que se quede conmigo (hasta escurrir el suelo de manchas obscuras y  sombras resbalando como mugre sobre mis manos), si existiera la cámara perfecta para tomar por sorpresa a tanto paisaje distractor...

... Sí ya sé que ya se va, se va junto con la primer lluvia del año, sí esa que busco con gran desesperación, esa que humedece la cabeza de muchos, humedece mis ansias y humedece la espera, se van, sí que se van juntos, y el sonido de la lluvia amortigua las despedidas, y las nubes se van con ellos, las gotas repiqueteando en la conciencia me lo hacen saber, se me acaba el aire en suspiros que se pierden en los charcos de los árboles que dejan caer el agua que está de más...
Se van juntos y al final, lo de siempre, el final de una lluvia siempre y solamente es gris...